miércoles, 23 de julio de 2008

Una tarde muy larga

Era una tarde cualquiera, de un día cualquiera, de una semana cualquiera.

Coches, voces, un periquito en una jaula colgada de una ventana, las sillas de una terraza siendo arrastradas por el suelo, cientos de sonidos distintos llenaban el caluroso y cargado ambiente veraniego.

Cerró la ventana tratando de crear un poco de silencio y enseguida lamentó no disponer de aire acondicionado, pero para su satisfacción logró que el ruido pareciese provenir de un lugar lejano.

Volvió a sentarse a la mesa, frente a la máquina de escribir que sus padres le habían regalado a mediados de los 90 para redactar los trabajos de clase. El mismo folio en blanco que había dejado preparado antes de levantarse a cerrar la ventana seguía mirándole impasible, casi reprochándole la falta de creatividad que le obligaba a permanecer impoluto.

Se obligó a teclear, aunque fuese algo sin sentido.

He oido que la noche es toda magia y que un duende te invita a soñar.

-Mierda, eso es una canción.

Puedo ser un cabrón, pero no soy un puto cabrón.

-Eso es de Abierto hasta el amanecer.

Me gusta cuando callas porque estás como ausente. Distante y dolorosa como si hubieras muerto.

-Y eso ya lo escribió Neruda.

Arrancó el folio de la máquina, hizo una bola con él y lo lanzó contra la ventana, haciéndolo rebotar en el cristal.

Colocó otro folio en la máquina y lo miró, lo miró y siguió mirándolo durante largos y pesados minutos.

Harta de esperar a que la inspiración llamase a su puerta se dispuso a salir a buscarla. Al ir a levantarse, su mano se apoyó accidentalmente en las teclas de la máquina.

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Leyó las letras que rompían el blanco del papel.

Sin duda era lo mejor que había escrito aquel día.

jueves, 10 de julio de 2008

Nubes grises en verano (3)

Ninguno de los dos se volvió para ver quién era el conductor del coche que se había detenido tras ellos. Lo sabían de sobra.

Los pasos se aproximaban cada vez más a la pareja. Estos, impasibles, continuaban con la vista fija en las lejanas luces de la ciudad, imaginando que eran aquellas estrellas que les habían sido arrebatadas.

Ella acercó su mano a la de él, quien la cogió de la misma forma en que cogería el tesoro más valioso del universo. Los dedos de ambos se entrelazaron, asiéndose con fuerza el uno al otro, como quien se sujeta a la roca en un intento desesperado por no caer al vacío.

Los pasos se detuvieron y el silencio volvió a hacerse soberano de aquella lóbrega noche, solo durante unos segundos, después de los cuales el sonido sordo de dos percutores anunció el final.

El tiempo pareció detenerse, las mismas imágenes se reproducían en la mente de los tres, fotografías borrosas que parecían haber sido tomadas hacía siglos. Parecían superponerse unas a otras, contando una historia que quizás ninguna otra persona llegaría a conocer jamás. Una mujer maltratada, prácticamente recluida por su marido. Un hombre dispuesto a todo por liberarla. El amor verdadero eclipsado por el temor.

Tres vidas destrozadas.

Dos disparos casi simultáneos.

Un coche alejándose.

Ni un solo remordimiento.

miércoles, 9 de julio de 2008

Sueño

El cielo nocturno cuajado de estrellas se reflejaba en las serenas aguas de un gran lago rodeado de un bosque que parecía no tener fin.

A su orilla, en un lecho de hierba y pequeñas flores blancas de delicado aroma, yacía una joven pareja, ella con la cabeza posada en el pecho de él, él deslizando su mano entre los largos mechones de cabello oscuro de ella. Ambos con la vista perdida en el firmamento, arropados por el suave murmullo del viento, que parecía susurrarles al oido la melodía de aquella canción.

Él volvió su rostro hacia ella para depositar en su frente un leve y dulce beso. Ella a su vez alzó la vista hacia él, viéndose reflejada en sus pupilas, y, prácticamente al mismo tiempo, uno y otro se acercaron más aun, hasta que sus labios se rozaron durante apenas un segundo, un roce que se transformó en un beso lento y suave, y que prometía no tener fin.

Precisamente en ese momento, una brillante estrella fugaz rasgó el oscuro cielo, colmada de sueños y deseos por cumplir.

jueves, 26 de junio de 2008

Nubes grises en verano (2)

-Sabía que vendrías.

Se sobresaltó al escuchar esa voz en ese momento y en ese lugar. No esperaba que nadie perturbase el silencio casi sepulcral que reinaba a su alrededor. Volvió la cabeza hacia la izquierda, y allí estaba, sentada en la misma posición que él, con la vista perdida en el infinito. Ella, la protagonista de los únicos momentos felices que había experimentado en los últimos años. Y a la vez la causante de toda la infelicidad que había convertido su alma en un puñado de cenizas.

Le fue imposible ocultar su sorpresa.

-¿Qué haces aquí?

-Esperarte.

Su voz, relajada y serena, siempre había tenido la propiedad de calmar todos sus sentidos, sumiéndole en la más sosegada tranquilidad, y esta vez no iba a ser menos.

-¿Por qué?

Por primera vez en aquella lóbrega noche ella se volvió hacia él, fijando en los suyos sus profundos ojos negros, a sabiendas de que eran su más potente arma.

Cuántas veces se había perdido en esos ojos. Cuántas veces lo habría dado todo por poder refugiarse eternamente en ellos, sabiéndose proscrito de un reino que jamás podría conquistar.

-Porque si realmente vas a hacer lo que creo que vas a hacer... has de saber que yo haré lo mismo.

Bajó la cabeza, sabía que no bromeaba, ella nunca lo hacía.

-No puedes hacer eso, sabes que yo tengo mis razones...

-Y si lo haces yo también tendré las mías.

En ese mismo momento, escucharon el frenazo de un coche que se había detenido tras ellos. La luz blanca y brillante de sus faros iluminó a la pareja, devolviéndoles a la realidad, esa realidad de la que ambos habrían deseado huir para siempre.

El motor quedó encendido mientras la puerta se abría.

[...]

martes, 24 de junio de 2008

Nubes grises en verano

Caminó, caminó y siguió caminando. Sus pasos retumbaban en la calle vacía y silenciosa. Ni un alma compartía con él aquellas horas, horas desiertas, horas de nadie. Tras las ventanas de los edificios casi podía sentir cómo los sueños más profundos invadían la mente de quienes, apaciblemente o no, dormían.

Miró hacia arriba. Un relámpago cruzó el cielo anaranjado, propio de las ciudades que sufren la odiosa contaminación lumínica. Trató de recordar la última vez que vió una estrella.

Pero ese recuerdo había volado de su memoria. Al igual que el recuerdo de la última vez que se sintió feliz.

Encontró por fín el lugar al que sus pasos le habían llevado, como si de un autómata se tratase. Se sentó en la barandilla del puente, las botas colgando en el vacío, la mirada perdida, la mente más lúcida que nunca.

[...]

miércoles, 18 de junio de 2008

Reflexión cuasi-futbolística

Esta es la escena. Sentados a la mesa a la hora de cenar. La televisión retransmite el partido Grecia-España. No le prestamos demasiada atención, sabemos que pase lo que pase no nos va a influir.

Uno de los comensales comenta en voz alta, por enésima vez en el día de hoy: "Holanda debería haberse dejado ganar, no nos reiremos tanto cuando tengamos que jugar contra Italia." Todo el mundo asiente.

Es curiosa la forma de pensar del ser humano. No confiamos solo en lo bien o mal que se nos da algo (ya no hablo solo de futbol) sino en lo bueno o malo que sea nuestro contrincante. Se nos enseña a poner la zancadilla en el momento clave (o por lo menos a no advertir de ello), a pisar cabezas siempre que sea posible, a aprovcharnos del más débil.

Claro que es más fácil que España gane a Rumanía que a Italia, todos lo sabemos. Pero paremos un momento a pensar... ¿De verdad el orgullo y la alegría serían iguales en un caso que en otro? ¿Qué me dices de la gloria con la que se cubriría nuestra selección si (por casualidad, todo hay que decirlo) ganase a la selección italiana?

Pero en la mente de todos solo existe el ganar. Ganar a toda costa. Y cuanto más facil resulte, mejor.

En fin, sólo me queda desear que gane el mejor.

Alea jacta est.

Amy

Amy Winehouse ha sido hospitalizada por enésima vez.

Polémica allá donde va, todo el mundo parece poder aportar un nuevo y escabroso detalle sobre ella. Pero cuando canta... ay amigos, cuando Amy canta ¿quién se acuerda de polémicas y chismorreos de mercado? Esa voz negra, sensual, a la altura de los mejores cantantes de soul, nos hace olvidar qué o quién anda detrás.

Pero lo cierto es que drogas, alcohol y desenfreno están guiando hacia el abismo a una de las mejores voces de nuestro tiempo.

Cuídate un poquito Amy.